No fue fácil, ni difícil, encontrar el lugar exacto donde Candy tiene su casa y su plantación de frutales; es lo que tiene no conocer la zona en la que está ubicada. Nada más encontrarlo, una gran calma y alegría me invadió por completo; no puedes evitar sentirte asombrado de que alguien decida irse a vivir a un sitio así, donde en principio, puede parecer que nada pasa. Pues sí que han pasado y pasan cosas; según nos cuenta Candy, fue un lugar donde hace años vivían varias familias y donde, en un futuro, se pueda vivir en comunidad. Después de doce años abandonado, ahora es un lugar donde crecen frutas locales y un proyecto de vida.

La Retuerta, antes de ser abandonada
Candy, las perras y los árboles
Candy junto a su árbol fijador de nitrógeno
Sus deliciosas manzanas